24 de abril de 2009

Otra especie humana

Al principio se creía que era un niño de unos tres años. Pero un examen más detenido de los restos frágiles, que no están fosilizados y tienen la consistencia del papel mojado secándose, reveló que los huesos menudos y frágiles que se encontraron en una cueva de la isla de Flores en Indonesia correspondían a un adulto totalmente maduro, de un metro de altura.

Cráneos comparados de un Homo floresiensis y un Homo sapiens.

¿Se trataba de un humano moderno que no había crecido por desnutrición o por una enfermedad? No. Los huesos parecían primitivos, y otros restos hallados, sugerían que ese esqueleto no era la excepción sino la norma en toda una población de pequeños seres que antaño vivieron en esa isla remota. Se había descubierto un nuevo tipo de humano.

Cueva en Liang Bua, que significa "cueva fresca" en la lengua local. Lugar donde vivió el Hobbit. Click para ampliar.


El pequeño pariente del hombre, al que se le apoda Hobbit como la raza ficticia de Tolkien, vivió hace apenas 18.000 años, en una época en que los humanos modernos ya habían iniciado su expansión por todo el mundo. Sin embargo, parece más bien una versión en miniatura de nuestros antepasados de hace 1,8 millones de años del otro extremo de Asia. Un mundo perdido donde liliputienses supervivientes convivían con animales ya extinguidos en el resto del mundo, elefantes enanos, lagartos enormes y ratas gigantes.



Una nueva especie el Homo floresiensis, el descubrimiento considerado el más importante y enigmático de su clase en la historia reciente. La altura estimada de un H. floresiensis adulto, es mucho menor que la altura media adulta de todas las poblaciones humanas modernas físicamente más pequeñas, tales como los pigmeos africanos Twa, Semang (1,37 m para las mujeres adultas) o los andamaneses (1,37 m para las mujeres adultas).


No estamos solos en el planeta, ni siquiera hemos sido la única especie humana.

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1 comentario:

padawan dijo...

Estos descubrimientos deberían ser una oportunidad para reflexionar acerca de la casualidad que ha hecho que hayamos llegado hasta aquí. Es, sin duda, una lección de humildad, pensar que somos sólo una especie entre tantas. O quizá de orgullo. Al fin y al cabo, como dice Arsuaga, somo "La especie elegida"